¿Fóbica, histérica u obsesivo? ¿Sabes ya a cuál de las tres estructuras perteneces? Los últimos post publicados han sido vivencias en primera persona de alguien con cada una de las estructuras neuróticas. Una chica fóbica llena de inseguridades y complejos, una histérica haciendo alarde de su orgullo y falsa seguridad, y un obsesivo mostrándonos un poco de su omnipotencia de pensamiento. Por supuesto, ninguno de los testimonios presentados era real. Las tres entradas han sido caricaturas de cada una de las estructuras, narradas en primera persona con el objetivo de que el lector se involucrase más con lo que estaba leyendo, y para conseguir captar vuestra atención. Dicho lo cual, ahora que he logrado picar vuestra curiosidad con el tema de las estructuras, vayamos un paso más allá y comencemos con la teoría.
Para el psicoanálisis ortodoxo, existen tres grandes categorías diagnósticas sobre la estructura psíquica de un sujeto: la neurosis, la psicosis y la perversión. Dentro de estas tres, la única sana es la neurosis, ya que la psicosis (dentro de la cual están la esquizofrenia y la paranoia) y la perversión (también conocida como psicopatía) pertenecen al ámbito de la patología, de la locura (si es que os convence dicho significante). Por lo tanto, al contrario de lo que popularmente se cree, el ser neurótico es una buena noticia, queridos lectores.
A su vez, dentro de la neurosis, se establecen tres subcategorías más, de las cuales ya tenéis ciertas referencias si habéis leído los post anteriores: la histeria de conversión, la histeria de angustia y la neurosis obsesiva. Las diferencias principales se dan entre los dos tipos de histeria y la neurosis obsesiva, aunque la histeria de angustia ha ido imponiéndose como una entidad diagnóstica diferenciada de la histeria de conversión, en base a la posición que toman ambas respecto al falo y la castración. Pero antes de ver las diferencias entre cada tipo de estructura neurótica, conozcamos qué tienen en común las tres.
La neurosis presenta una serie de diferencias vitales respecto a las otras estructuras no neuróticas: la instauración de la función paterna (el significante del Nombre del Padre como símbolo de ley y autoridad), la asimilación de que el inconsciente se estructura como un lenguaje, la primacía de la duda sobre la certeza psicótica, y puede que el más importante para aquellos que nos dedicamos a la clínica: el mecanismo de la represión, con su consiguiente retorno de lo reprimido, en forma de lapsus, actos fallidos y síntomas.
Cuando una idea, pensamiento o deseo es demasiado amenazante para nuestro Yo, o bien cuando supone una transgresión frente al Superyo, se produce el mecanismo de la represión, por el cual se rechazan dichos pensamientos y se sacan de la conciencia, alojándolos en el inconsciente. En las histerias, dicho mecanismo hace que el afecto esté presente, pero desligado del pensamiento, que ha quedado relegado al inconsciente. En la neurosis obsesiva, por el contrario, es más común ver que la represión se ejerza sobre el afecto. El pensamiento está presente, pero no hay afecto asociado a él.
Del mismo modo, tanto las histerias como la neurosis obsesiva "sufren" el retorno de lo reprimido, pero con algunas diferencias sutiles. Siempre que se reprime algo, no desaparece por completo y acaba alojado en el inconsciente, ese terreno inhóspito y de difícil acceso. Y desde ahí vuelve a emerger, irrumpiendo en nuestro consciente mediante el lenguaje de los síntomas, los lapsus, los sueños... Como dijo Lacan en su Seminario III, "El síntoma neurótico cumple el papel de la lengua [langue] que permite expresar la represión". Y dicho lenguaje es diferente, dependiendo de la estructura. En las histerias los síntomas suelen ser conversivos, y el cuerpo de la paciente habla y nos proporciona los significantes que la paciente no nos puede dar. En cambio, en la neurosis obsesiva, el síntoma toma la forma de pensamientos perturbadores y compulsivos. Es decir (y siendo muy reduccionistas) la histeria hace síntoma con el cuerpo, y la neurosis obsesiva con la mente. Sin embargo, y sobre todo una vez comienzas con la clínica, te das cuenta de que no es todo tan sencillo, y pueden verse síntomas de ambos tipos de las tres estructuras, por lo que no es un indicador fiable para diferenciarlas.
Seguimos con las diferencias, esta vez en lo que respecta a la dialéctica "ser-tener". Mientras que las histerias se acogen al tener o no tener (falo), los obsesivos se sitúan en la línea del ser (fálico). Igualmente, podría establecerse una equiparación a los registros lacanianos en los que se mueven ambos: las histerias son las reinas del imaginario, mientras que los obsesivos se sienten más cómodos en el terreno simbólico, en el que es más fácil "evitar" los afectos.
La histeria y la neurosis obsesiva también difieren respecto a las relaciones: mientras que la histeria trata de convertirse en el objeto de deseo del Otro, generando así lo que se conoce como el deseo insatisfecho en la histeria, el obsesivo busca neutralizar o aniquilar al Otro, por lo que su deseo se torna imposible. En última instancia, ambas posiciones son un intento de no hacer frente a su propia falta. El fin último siempre implica la no consecución del deseo (ya sea insatisfecho o imposible), porque eso nos convertiría en no faltantes.
Además de estas diferencias principales, también se dan las ya mencionadas en los otros post: el problema con los afectos de la neurosis obsesiva, el exceso de afectividad en las histerias, el carácter típico de cada una de ellas, los síntomas más llamativos de cada estructura (los ataques de angustia, los ataques de histeria y la despersonalización), y algunas cosas más que se reflejan en las caricaturas de cada estructura. Las personas retratadas en esos post, repito, no son reales. Dichas personas muestran mucha patología y una perspectiva bastante extrema de lo que sería su estructura, además de proporcionar un autoconocimiento e introspección que sería difícil de alcanzar si no se ha pasado por un análisis. Esto es, todas las fóbicas manipulan, pero dicha manipulación no tiene (y no suele) por qué ser consciente. Lo mismo con la omnipotencia del obsesivo, difícil de diferenciar del narcisismo de la histeria de conversión.
Afortunadamente, ninguno somos tan puros como para encajar del todo en dichos perfiles. Afortunadamente, todos tenemos en mayor o menor medida algún rasgo de otra estructura, que nos compensa y nos ayuda a funcionar mejor en el mundo. Si os cuesta veros reflejados en alguno de los post, es una buena noticia: significa que aunque tengáis una estructura de base, estáis bastante compensados con rasgos de otras. Y si no os queda duda alguna de a qué estructura pertenecéis, no os alarméis. Siempre es bueno tomar conciencia de cómo somos realmente y por qué hacemos las cosas que hacemos. Como dijo alguien alguna vez... "el conocimiento es poder, y la ignorancia, felicidad". Ahora, la pelota está en vuestro tejado...
Dibujo de portada: María Pérez Riera
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